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Por: María Marín
Sabemos que “no somos moneditas de oro para caerle bien a todos”, sin embargo siempre tratamos de agradar a quienes acabamos de conocer. Unos cuentan con una personalidad tan simpática que se ganan a cualquiera en pocos segundos, pero para la mayoría de la gente es un reto comunicarse y parecer alguien chévere, “nice”, agradable, o “padre”.
Pero agradar ya no es un desafío o cuestión de suerte. Según un reciente estudio de la Universidad de Harvard, caerle bien a alguien no tiene que ver con la educación, profesión, autoestima o poder de hablar en público. Parecer agradable dependerá de cuánto tú te preocupes por la persona que acabas de conocer. Así de sencillo…Y no es que te pongas a llorar con su historia o le organices una colecta para pagar sus deudas.
Preocuparte es entablar una conversación donde te olvides de hablar de ti y te asegures de hacerle preguntas según vaya fluyendo la conversación. Y es que, haciendo preguntas harás sentir que te interesa todo lo que esa persona tiene para compartir.
Cómo conversar:
Piensa en cómo luces: Y no me refiero a lo que llevas puesto o a tu físico; hay personas que mantienen una expresión muy seria, enviando a su vez el mensaje de: “no te acerques a mí”. Sin embargo, sonreír abre el camino a conversar.
Olvídate de las tragedias: Si sólo hablas de quejas, noticias malas y lo injusta que es la vida instantáneamente te verán como una nube negra de la cual hay que huir.
Interésate en lo que te dicen: Si hay algo desagradable cuando se conversa con alguien es no prestar total atención. No basta con decir sí o afirmar con la cabeza que estás siguiendo el hilo de la conversación. Preocúpate por hacer hacer preguntas sencillas en un comienzo y de seguimiento según avanza el dialogo, como ¿a qué te refieres con con tal cosa u otra? Pero jamás formules preguntas muy personales. Mientras escuches su relato, ponte en su lugar aunque no compartas su opinión. Ser empático es fundamental para llevarse bien con otros. En fín, preocúpate, pregunta, escucha y caerás tan bien como una monedita de oro.